Yo soy, Neshi

Gabor Jurina

Cuerpo, palabra y mente… Un cúmulo de emociones, de sentimientos encontrados, de recuerdos olvidados y aún guardados en el cajón más lejano de la recámara.

Yo soy cuerpo, un conjunto de manos, brazos y piernas que cada día se levantan para dar su mejor saludo; soy cuerpo en el sentido de apoyo, de columna, de uñas y litros de sangre que permiten al espíritu sobrevivir…

Yo soy palabra… Soy palabra cuando hablo, cuando callo, cuando suspiro, cuando el silencio se hace inevitable. Soy cada letra de mi nombre, de mis proverbios, de mis ilusiones dichas y reprimidas; soy palabra cuando miento, cuando rio, cuando me enojo, cuando nombro al otro…

Yo soy mente en todos los ámbitos, en todos los rincones de la existencia; en mis miedos, aburrimientos, ansiedades, enamoramientos, soy mente dentro de aquella utopía que suelo recrearme desde niña para poder encontrar el loto sin el lodo…

Cuerpo, palabra y mente. Esto soy yo… Una imagen que he creado de mi desde hace 25 años, una imagen que es real en el terreno ficticio, en el camino de las ilusiones y las etiquetas sociales y culturales. Yo soy mi infancia, mi adolescencia, mi periodo de prepa; yo soy un baúl de hojas de cuaderno llenas de ecuaciones y matemáticas confusas.

Yo soy la nieve y la mano de mi hermana llevándome a casa antes de que mamá llegue, yo soy el olor de la comida recién hecha un domingo en que papá se queda con nosotras, y también soy las lágrimas derramas por mi gata atropellada enfrente de mi casa. Yo soy la lluvia que juega con mis cabellos recién cortados, soy los charcos que me son cómplices de una travesura cometida, soy la luna que se asoma para darme el beso de las buenas noches.

Soy yo el coraje en medio de una guerra, soy la incomprensión de una violencia absurda… Soy el dolor que causa una relación perdida, y soy la ilusión que deja una relación recién hecha. Soy el café caliente en una mañana nublada, el humo de cigarro de mi abuela, las gafas de mi madre que deja en el buró, y los ojos húmedos de mi abuelo en una cama sola.

Soy ojos, oídos y olfato; soy intuición, soy incomprensión, soy una depresión olvidada… Soy mis dolores de panza y de cabeza, soy aquella pastilla que decidí tomar antes de que me doliera el alma, soy el lápiz que escribía Te amo una y otra vez sobre el cuaderno de aquel chico imposible, y soy también la chica imposible de alguien con hojas llenas de corazones. Soy mi primer beso torpe en medio de una lluvia adolescente, soy las piedras que me hicieron abrirme la rodilla cuando patinaba por una bajada y soy el regaño de mi madre en medio de una tarde.

Odio, avidez, ignorancia… amor, generosidad y sabiduría. Yo soy lo que quiero ser, lo que decido construirme cada día. Soy poesía, soy mar, soy fuego, soy hojas y desechos de piedras. Soy mi propia guarida, mis reencarnaciones, soy fe, soy esperanza, soy martirio y torpeza; soy vergüenza, soy nerviosismo, soy sudor… Yo soy cada día una imagen distinta, recreada, modificada por mis recuerdos y oraciones mencionadas y no dichas.

Yo soy un cuerpo confuso, una palabra miedosa y una mente distorsionada… También soy un cuerpo firme, una palabra segura y una mente lúcida e iluminada. Cada día puedo ser un nuevo yo, una nueva etiqueta, una nueva construcción.

Yo soy la confusión de las primeras palabras de este ensayo, soy las lágrimas derramadas en los lentes chuecos, soy las uñas nerviosas que se encajan unas a otras sin saber por qué lo hacen, soy el dolor de espalda y soy los pies cansados después de una jornada larga. Soy el recuerdo de una niña, soy el recuerdo de pérdidas, de ganancias, de triunfos, de carreras ganadas, de medallas perdidas.

Yo soy antropóloga, hija, hermana, amiga, alumna, maestra, compañera, novia, amante, mujer, adolescente perdida, budista comprometida… Por todo esto, Yo Soy, yo fui y yo seguiré siendo mis propias etiquetas desde varias miradas entrecruzadas por distintos caminos recorridos…

… Yo soy el agradecimiento, el cariño y la confianza. Por todo esto, gracias Yo, por dejarme Ser.

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