Maluco, Napoleón Baccino Ponce de León.

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Alain Bonnand

Fragmento de una conversación entre los marineros del barco de Magallanes, mientras daban la vuelta al mundo.


– ¿Qué es para vos una nave?- dice alguien.
– Un cuenco -contesta otro.
– Un cuenco de vida -dice un tercero.
– Un cuenco de madera -repite el primero.
– Árboles. Todo un bosque.
– Un montón de maderas.
– Una puerta abierta.
– Un ataúd.
– La muerte.
– ¿Y qué es la muerte para ti?
– Una nave. La última.
– Otra puerta -Dice el capellán Balderrama.
– No podemos saber qué es, hasta haber pasado por ella -interviene Rodrígo, que es muy dado a especulaciones-. Y cuando lo sabemos ya no podemos contarlo a nadie. Pero me inclino a definirla como un momento de tránsito; ya sabéis, entre este mundo de prueba y la verdadera vida. Tanto, que se podría decir que la muerte es la vida, ¿no, padre?
– Todo depende -contesta el capellán, estimulado-. Todo depende. Puede ser la vida eterna o la eterna condenación, que es la verdadera muerte, la del alma.
– !Oh, vamos! -digo irritado por tanta palabrería-. La muerte es una porquería. Un olor hediendo, el zumbido de las moscas, los gusanos; una porquería.
– Y la soledad -agrega alguien.
– ¿Y qué es la soledad para vos?
– Una casa cerrada.
– Una cuna vacia.
– Eso es la muerte -digo
– Y también la soledad. Son la misma cosa.
– La soledad es una planta que te crece en el pecho y echa raíces tan fuertes que no puedes quitártela.
– Un gesto o un aroma que no podemos recuperar. Un sabor para siempre perdido.
-Un camino que se aleja.
– Eso es una nave.
– No, eso es la libertad.
– ¿Y que es la libertad?
– Una nave.
– Muchas puertas.
– Un animal indómito.
– Un niño jugando.
– El oro y las especias.
– Un río que se abre camino a pesar de los obstáculos.
– La muerte es un río.
– No, la vida.
– ¿Y qué es la vida para vos?
– Un cuenco.
– Quedamos en que eso era una nave.
– El aroma de un buen guisado.
– Una mujer que pasa y nos seduce un instante.

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