Todavía era de noche, Sándor Márai

1 (25)Todavía era de noche… Era el momento exacto en que la noche se separa del día, el mundo inferior del mundo superior. Quizás haya otras cosas que también se separan en esos momentos. Se trata de ese último segundo en que todavía están unidos lo bajo con lo alto, la luz y las tinieblas, tanto en lo humano como en lo universal, cuando los dormidos despiertan de sus pesadillas, cuando los enfermos suspiran de alivio, porque sienten que ha acabado el infierno de la noche y que desde ese mismo momento sus sufrimientos serán más ordenados, más comprensibles, es el instante en que la regularidad y transparencia del día revelan y separan lo que en la oscuridad de la noche era sólo un deseo fervoroso, un anhelo secreto, una pasión enfermiza y espantosa. A los cazadores y a los animales salvajes les gusta ese instante. Ya no es de noche, pero tampoco es de día. Los olores del bosque son intensos y salvajes en esos momentos, como si todos los seres vivos empezaran a despertar a la vez en el dormitorio del mundo, como si todos exhalaran sus secretos y sus maldades: las plantas, los animales y también los seres humanos. Se levanta un viento suave, como cuando alguien despierta, aspira y suspira al acordarse del mundo en que ha nacido. El follaje húmedo, los helechos, los musgosos fragmentos de corteza desprendidos de los árboles, el sendero del bosque cubierto de piñas descompuestas, hojarascas y agujas que forman un tapiz blando, resbaladizo y uniforme, lleno de gotas de rocío, desprenden un olor a tierra tan embriagador como el perfume de la pasión que desprende el sudor de los enamorados. Es un instante misterioso: los antiguos paganos lo celebraban en medio de los bosques, con devoción, con los brazos alzados, con el rostro vuelto hacia Oriente, en una espera mágica, la misma que renace una y otra vez en el corazón de los humanos, atados a la materia, que anhelan el momento de la llegada de la luz, o sea, de la razón y del conocimiento. Los animales salvajes se acercan a la fuente para beber. La noche no ha terminado todavía, en el bosque siguen ocurriendo cosas, la fase vigilante de la caza que ocupa las noches de los animales salvajes no ha acabado aún: el gato montés sigue al acecho, el oso devora el último bocado de su presa, el ciervo en celo se acuerda de los momentos de pasión en la noche de luna, se detiene en medio del prado, donde se batió por amor, levanta con orgullo la testa pegajosa y herida, y mira a su alrededor, con sus ojos rojos, excitados, serios y tristes, como quien se acuerda para siempre de una pasión. La noche todavía está viva en medio del bosque, la noche con todo lo que esta palabra esconde: la presa, el amor, el ir y venir, la conciencia de la alegría gratuita de vivir y de la lucha por la vida. Es el momento en que ocurren cosas no solamente en las profundidades del bosque, sino también en el fondo oscuro de los corazones humanos. Porque los corazones humanos también tienen sus noches, colmadas de una pasión tan salvaje como la pasión de la conquista y de caza que anida en el corazón del ciervo o del lobo. El sueño, el deseo, la vanidad, la egolatría, la ira del macho sediento de placer, la envidia, la venganza, todas las pasiones anidan en la noche del alma humana, siempre al acecho, como el zorro, el buitre o el chacal en la noche de los desiertos de Oriente. También existen instantes en que no es de noche ni de día en los corazones humanos, instantes en que los animales salvajes salen de su escondite, de las madrigueras del alma, y en que tiembla en nuestro corazón y se transforma en movimiento de nuestra mano una pasión que hemos tratado en vano de domesticar durante años, durante muchísimos años

Todo ha sido en vano: hemos negado, sin la menor esperanza, el sentido de esta pasión, incluso a nosotros mismos, pero el contenido real de la pasión era más fuerte que nuestros propósitos, y la pasión no se ha disipado, sino que ha cristalizado. En el fondo de cada relación humana existe una materia palpable, y esa realidad no cambia, por muchos argumentos o astucias que se utilicen.

.