Los pasos del sonámbulo

filatelia_juegos_olimpicos_mexico_68miniatura

xEn 1968 yo tenía 12 años y caminaba dormido. Mi conciencia crítica se reducía al hecho de despertar en sitios imprevistos. Aunque el desplazamiento no era traumático -o no me lo parecía-, me dejaba una sensación de soledad y abatimiento. Mi abuela rezaba para que yo perdiera el vicio de ser sonámbulo y mencionaba la previsible causa de esa excentricidad: el divorcio de mis padres. A mí el tema me preocupaba porque me impedía ir de campamento con los Amigos del Bosque. Alguien sugirió que me ataran una campanilla para despertar a los demás si abandonaba la tienda de campaña, pero el catastrofismo familiar concibió una escena incontrovertible: yo era capaz de caminar con los brazos extendidos por el parque nacional de La Marquesa hasta ser arrollado en la autopista México-Toluca.1968 también fue mi último año de voracidad por lo dulce. Un genio de la química inventó un postre a la altura de su nombre, el flantástico, que permitía combinar el flan de coco con aderezo de chocolate. Me administré festivales de tres flantásticos hasta que me enteré de otro gusto de los tiempos: los gordos no son apetitosos. Acababa de descubrir que la vida tenía sentido porque una niña, que en el pudor de la memoria llamaré Marina, se sentaba en el pupitre anterior al mío. Padecía una alergia que la hacía estornudar a cada rato. Cada vez que se agitaba, yo percibía el fresco olor de su cabello. La idolatré sin atreverme a decir lo que mi cara hacía evidente hasta que la mejor amiga que nunca falta me informó que Marina no se interesaba en los barrigones. En 1968 apelé por vez primera a la fuerza de voluntad. Quise ponerme a dieta y sublimé mis carencias pensando que pronto serían las Olimpiadas. Mi padre se había mudado al edificio Aule, en la esquina de Insurgentes y Xola. En su condición de divorciado tenía estupendos platos de cartón. El lujo de su departamento estaba en el escritorio: unos boletos con tamaño de toallas para manos y el logotipo de «México 68». Nuestro pasaporte olímpico. Algo parecía a punto de suceder pero los primeros signos de cambio no fueron halagüeños. Mi abuela materna, cuyo lema de vida era «piensa mal y acertarás», me informó que mi padre se había vuelto comunista. La culpa de todo la tenía mi madre, por fumar tanto. Su lógica era inflexible: mi padre se había cansado de los aires de independencia que se daba mi madre, expresados en las volutas de humo que mandaba al techo. Eso lo había llevado al divorcio y al comunismo. Mi casa se convirtió en un país aparte, donde nada de lo que se decía coincidía con la prensa o la televisión. Mi padre daba clases en la universidad y pertenecía a la Coalición de Maestros, que respaldaba al movimiento estudiantil. Yo no tenía la menor claridad sobre estos temas. La primera noticia de que algo sucedía me llegó por los compañeros de clase: después de invadir Checoslovaquia, los rusos querían impedir que México celebrara las Olimpiadas y habían infiltrado la universidad con comunistas. No me atreví a contradecirlos: la gordura ya me volvía bastante impopular para además ser disidente. Mi madre fumaba más de la cuenta porque tenía información sobre arrestos de profesores. Habló con mi padre y le pidió que se fuera de México, pues tenía derecho a un sabático. «Vamos a ir a las Olimpiadas», contestaba él, como si los boletos le otorgaran extraña inmunidad. Un día vimos tanques en las calles, el teléfono empezó a sonar a todas horas, alguien nos dio un ejemplar de la revista ¿Por qué?, con fotos de estudiantes muertos o detenidos, un testimonio insólito, diferente a lo que decían los demás medios. En el patio del colegio se culpaba de todo a los universitarios. Yo no me atrevía a decir nada. Veía a Marina y pensaba en dulces intangibles. Cuando varios amigos de mi padre fueron a dar a la cárcel de Lecumberri, el «castillo negro», mi madre le insistió en que se fuera. Él habló de «convicciones». Pensé que así se le decía a tener muchas ganas de ver las Olimpiadas. La ciudad había sido tapizada con el emblema de una paloma blanca. El gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz deseaba la paz a las naciones del mundo. En las mañanas, la paloma amanecía teñida de sangre. Sólo me enteré de la trama del movimiento estudiantil y la matanza de Tlatelolco años después, por Los días y los años, de Luis González de Alba. Mi padre quiso protegerme y no dijo nada. Fue su doméstica versión de la manifestación del silencio la prueba sin palabras de que algo se había roto. Poco antes de las Olimpiadas vimos un entrenamiento de waterpolo en Ciudad Universitaria. Una pelota salió fuera del agua y se estrelló en la cara de un juez. Un hombre pálido se acercó a mi padre y le dijo: «Estás en la lista negra». Él respondió con la exagerada cortesía con que agradece lo que no le interesa. Nunca supimos qué casualidad lo salvó de la cárcel. En la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos oímos el abucheo a la delegación soviética que propagaba el comunismo internacional. A los pocos días descubrí un segundo amor platónico: la gimnasta rusa Natasha Kuchinskaya. Una noche, en el estadio de Ciudad Universitaria, los corredores de Estados Unidos subieron al podio de premiación con guantes negros. Todo tenía que ver con la política pero yo apenas lo advertía. Vi saltar a Natasha Kuchinskaya y juré comer menos azúcar. Mi padre quería cambiar el mundo en 1968. Perdió algo decisivo en una época en que se repartían medallas e incluso México ganaba nueve. Ignoro lo que pensaba cuando me llevaba a las tribunas. Estuvimos juntos y es lo que importa. La memoria carga de significado los días perdidos. Al comprender el riesgo que él corría me siento tentado a darle otro valor a su compañía. Pero ya entonces sirvió para cambiar la parte del mundo en la que podía intervenir: no volví a caminar dormido.

Juan Villoro

 

20 comentarios en “Los pasos del sonámbulo

  1. las ultimas plabras del sonambulo» no volvi a caminar dormido» se refieren a que todo lo que paso con su padre le ayudo a para de caminar dormido. Su padre «sirvio para cambiar la parte del mundo en la que podía intervenir» mas facilmente.A que su ijo parara de ser sonámbulo.

    Me gusta

  2. Se refieren las palabras «no volvi a caminar dormido» a el hablador estando con su padre mas o que el padre era comunista queria hacer cosas para hacer un mundo mehor

    Me gusta

  3. Yo creo que las ultimas palabras del sonámbulo se refieren a que como el no le importaba lo que pasaba en el mundo ni en su pueblo entonces él parecía que caminaba dormido porque muchas cosas pasaban todos los días sin que el se diera cuenta. En otras palabras el se estaba dando cuenta de lo que estaba pasando al rededor y veía lo que antes no veía

    Me gusta

  4. pienso que ya no volvio a caminar dormido por que a el no le importaba lo que pasara y tambien por que lo que paso con sus padres

    Me gusta

  5. pienso que ya no volvio a caminar dormido por que a el no le importaba lo que pasara y tambien por que lo que paso con sus padres tambien por que el se sentia que estaba gordo

    Me gusta

  6. Cuando el sonámbulo dijo que ya nunca volvió a caminar dormido él quiere decir que la preocupaciones se fueron y es por eso que este ya no camina dormido. Todas la cosas que sucedían su padre se las escondía y es por eso que el sonámbulo nuca camino dormido de nuevo.

    Me gusta

  7. A que se refieren las ultimas palabras del sonambulo: “No volvi a caminar dormido”?

    A lo que se refiere cuando dice eso es que la se dio cuenta de que su problema en era tan fuerte como el de su padre. Tambien qureo que se le olvido porque andaba muy preocupado y tenia la mente ocupada.

    Me gusta

  8. No volvi a caminar dormido”?
    yo creo que significa que ya no tenia problemas,ni en el anmor ni con su padre,ya pudo descansar

    Me gusta

  9. Yo creo que el significado «No volvi a caminar dormido» quiere decir que, el cuando estava con su papa era importante porque estavan juntos y cuando el pensaba en unas muchachas el pensaba en bajar de peso pero todo eso ya no le importo al ultimo.

    Me gusta

  10. YO OPINO QUE EL NIÑO NO VOUOLLVIA CAMINAR SONAMBULO PORQUE PUDO IR A VER LA OLYMPIADAS. PERO LO QUE LE AFECTO FUE EL DIVORCIO DE SUS PADRES, EL NO ENTENDIA PORQUE SU MADRE FUMABA MUCHO, Y PORQUE EL PADRE SE FUE, EL SEÑOR NO AGUANTO EL OLOR. YA QUE TUVO TIEMPO DE ESTAR CON U PADRE YA NO ERA SOMANBULO.

    Me gusta

  11. Las palabras «no volvi a caminar dormido» significan que todo lo que habia pasado con sus padres le habia ayudado a no ser sonambulo. Su padre no cambio el mundo pero le cambio a su hijo. Tambien lo que le ayudo a su hijo a cambiar, fue Natasha Kuchinskaya.

    Me gusta

  12. Las ultimas palabras que dice el sonambulo no volvi a caminar dormido pienso que quiere decir que todo lo que el paso cuando era chico lo motivo a delgazar y a olvidarse de levantarse y ser sonambulo porque la familia de el no lo dejaba ir a ningun lado porque era sonambulo y tenian miedo que se fuera a lastimar.

    Me gusta

  13. El autor tiene un problema de ser sonámbulo, el también es gordito por eso piensa que nadie lo quiere y se siente mal de sí mismo. El enfrenta muchos problemas como la separación de sus padres y ser gordo por esto es sonámbulo. Al último dice que nunca volvió a caminar dormido pienso que esto fue porque fue a las olimpiadas y después aprendió que su padre se arriesgo mucho al tomar tiempo con él.

    Me gusta

  14. Creo que el autor quiere decir que cuando era chico el era sonámbulo y sus padres tenian miedo que le iba a pasar algo grave. Despues de un tiempo su padre se movio a russia donde iban a pasar la olimpiadas. En eso el quiso perder el peso que tenia. En hacer eso se le olvido como caminar cuando esta dormido y siguio la meta de perder su gordura.

    Me gusta

  15. El autor era sonambulo, y al ultimo nunca volvio a caminar dormido. yo creo que esto paso porque sus padres estaban separados y era gordo. y al ultimo su papa estuvo mucho tiempo con el y fue adelgazando tambien por eso yo creo que nunca volvio a caminar dormido…

    Me gusta

  16. EL autor tenia el problema de que era sonambulo por la razon de que el estaba gordo y sus padres se havian separado pero el problema se fue quitando porque su papa se la pasaba más timpo con el y el autor fue delgasando. Su papá le ayudo mucho al autor a perder el problema de ser sonambulo.

    Me gusta

  17. En este cuento, el narrador caminaba dormido. Esto no se refiria a ser sonambulo sino que se refiria a que iba caminando pero no se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Tampoco le importaba. Cuando una persona es sonambula pasa lo mismo. Camina y camina pero no sabe a donde se dirige porque no esta consciente. Al final del cuento cuando dice que nunca mas volvio a caminar dormido, se refiere a que por fin se dio cuenta de lo que pasaba en el mundo. Todo el tiempo que estuvo con su padre le hizo entender lo que estaba pasando y por eso se intereso en las cosas que lo rodeaban.

    Me gusta

.