La jungla, Luna Miguel

Mi querido hermano, ha llegado la hora de descifrar el miedo que cada noche inyecta el terror bajo las sábanas. Ya no sé si dentro hay bestias o si es el campo fresco lo que punza los dedos de nuestros delgados pies. A veces creo que son jirafas, otras temo que sean cucarachas y otras, la mayoría, siento que son aviones ligeros que cortan con sus hélices el esmalte de los meñiques. Sé que somos humanos porque nos sigue emocionando el despegue. Cómo no iba a emocionarnos si aún nos fascina el sexo entre animales, el sonido violento del mar o el fuego que cada verano destruye las montañas. No sabemos a qué suena el aire porque necesitamos motor para sobrevivirlo. Trepando o volando, ha llegado la hora de descifrarlo.
Mi querido hermano, dame un poco de agua que aclare mis ideas. Soñar es como alimentar a las palomas: no recibimos nada a cambio salvo su fealdad.
Mi querido hermano, he buscado canciones contra los celos, he buscado ese cielo tejido por las amapolas. He buscado y he encontrado que dentro de mis nervios no me diferencio tanto de ti. También sé cortar la carne con las uñas. También sé soportar el frío. Pero me creo más lista e incluso más bella, porque sé ocultar mejor el duelo. Así lloramos las muertes: como el niño que canta villancicos, como el perro que lame la basura, como la gaviota hambrienta, así lloramos.
Mi querido hermano, si soy cruel con mis amigos es porque no soporto adivinar en sus fallos mis posibles fallos. Si soy cruel con los insectos es porque no soporto ver en su asco mi posible asco. Si soy cruel con el amor, con el padre, con el hermano, es porque detestaría en mí la ingenuidad y la decepción de mis actos. Hay tantos lugares en los que crecer. Sospecho tantos ojos a los que atender. Si los animales muertos van a nuestro estómago, ¿a dónde nosotros?
Mi querido hermano, debemos abrazar nuestros muslos porque sólo de este modo el abrazo se comprende. Ahora enséñame tú a ser tan mansa… y yo te contaré por qué los hombres os matan.

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