Despedida de un paisaje, Wislawa Szymborska

Claude Moner

No le reprocho a la primavera que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla como todos los años con sus obligaciones.
Comprendo que mi tristeza no frenará la hierba.
Si los tallos vacilan será sólo por el viento.
No me causa dolor que los sotos de alisos
recuperen su murmullo.
Me doy por enterada de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago es tan bella como era.
No le guardo rencor a la vista por la vista
de una bahía deslumbrante.
Puedo incluso imaginarme que otros, no nosotros,
estén sentados ahora mismo sobre el abedul derribado.
Supongo incluso que los une el amor y que él la abraza a ella con brazos llenos de vida.
Algo nuevo, como un trino, comienza a gorgotear entre los juncos.
Sinceramente les deseo que lo escuchen.
No exijo ningún cambio de las olas a la orilla,
ligeras o perezosas, pero nunca obedientes.
Nunca le pido a las aguas junto al bosque,
a veces esmeralda, a veces zafiro, a veces negras.
Una cosa no acepto. Volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio de la presencia.
Te he sobrevivido suficiente
y sólo lo suficiente como para recordar desde lejos.

.